JAIME DE NEVARES: DE LA FE, UN COMPROMISO POLÍTICO

“El anhelo de todos los derechos para todos los hombres se hará realidad cuando sepamos vencer el poder de las armas, la omnipotencia del dinero, la mentira y la corrupción política.”

54b5b1d0325eb2.17295648Jaime de Nevares nació el 29 de enero de 1915 en el seno de una familia patricia de Buenos Aires. Se recibió de abogado y al poco tiempo, el llamado espiritual lo llevó a ingresar en la Congregación Salesiana. En 1959 participó como obispo en las cuatro sesiones del Concilio Vaticano II, al cual tomó como una nueva luz para iluminar su misión y tarea de pastor. Sus participaciones, ideas y compromiso siempre iban en la búsqueda de una iglesia al servicio del pueblo.

En 1961, cuando tenía 46 años, el Papa Juan XXIII, lo nombra obispo de la recién creada diócesis de Neuquén. La realidad lo convirtió en un pastor. La voz de los que no tenían voz. Hizo de su fe un compromiso político, que lo llevó desde sus comienzos en la provincia, a familiarizarse con los mapuches, quienes van a nombrarlo con la palabra “peñi” que significa hermano en mapuche. Él fue una mano que sostuvo y permitió que se alzara la voz de los mapuches, en la lucha por la tierra y la reivindicación de sus derechos.

En 1968, tomó parte en la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano que se desarrolló en Medellín, Colombia y que fue clave en la pastoral católica de América Latina.

Luego del golpe de Onganía en el ’66, la provincia neuquina comienza a convertirse en una fuente de recursos y una presa fija para los grandes capitales. Surgen así las grandes obras como fuente de explotación. A finales de esa década y comienzos de la siguiente, Jaime de Nevares participó de manera activa en defensa de los obreros de la construcción de la represa El Chocón, entendida como una obra que funcionaba a costa de la explotación de los trabajadores. Fue llamado por los trabajadores y participó como mediador del conflicto.

Posteriormente, el obispo se negó a bendecir la capilla que la empresa había construido en el predio, situación que replica en 1971, cuando renuncia a dar su bendición en actos oficiales. Es así que surge el primer gran choque con los militares que usurpaban el gobierno.

En paralelo, De Nevares recorría la provincia en forma casi continua, a tal punto que se identificó con los problemas de la población rural en general y de los mapuches en particular. Solía decir que «los dueños de las pampas se convirtieron, a la llegada del blanco, en los hombres del pedrero», por los sitios que habitaban.

Con la llegada de la democracia en 1973, en un clima en donde se intensificaba la violencia política, las tensiones no cesaban. El asesinato de dirigentes políticos, sociales y religiosos (entre ellos, su amigo Carlos Mujica), se volvió moneda corriente.

Jaime de Nevares fundó con dirigentes nacionales y autoridades de iglesias hermanas la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) -con la primera delegación en Neuquén- primero, y el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos posteriormente.

Este obispo defendió los derechos humanos desde el evangelio, en sus homilías, en cartas y declaraciones, siendo uno de los tres únicos obispos que, durante la dictadura del ’76, reclamaron por los detenidos-desaparecidos; con el acompañamiento incondicional a madres y abuelas de Plaza de Mayo. Durante ese período, la Iglesia neuquina se convirtió en un ámbito de discusión y de organización de actividades en busca de la justicia y de la verdad para los organismos defensores de los derechos humanos.

En 1983, con la llegada de Alfonsín, se crea la Comisión Nacional por la Desaparición de Personas (CONADEP), en donde es llamado como miembro.

Posteriormente, al entender las leyes de Punto Final, Obediencia Debida y el Indulto a los militares (1986, 1987 y 1990, respectivamente) como aberraciones jurídicas, De Nevares, con una claridad política indiscutible, expresaba que la justicia y democracia serían posibles sólo en contra de esas leyes.

“No se reconcilia, no se cura un cáncer poniéndole una curita arriba. No se reconcilia una sociedad muy herida haciendo la del avestruz y tapando “acá no pasó nada”. Por el contrario, la paz y la calma volverán cuando se haga justicia.”

A sus 75 años, edad para renunciar frente al Papa, Juan Pablo II le otorgó un año más para estar frente a la diócesis. Ese año, aprovechó para recorrer la provincia y despedirse como monseñor. De Nevares dejaba de ser obispo, pero lejos estaba de alejarse la participación social y política.

En 1994, en una “última patriada”, aceptó formar parte del Frente Grande como candidato a convencionales constituyentes por la provincia de Neuquén. Fue allí, la primera vez en la historia de la provincia que alguien fuera del partido provincial gana una elección por encima de los demás candidatos. De Nevares asume con el compromiso de renunciar a su banca en caso de no estudiarse el nuevo texto plenamente.

La asamblea decidió atenerse al Pacto de Olivos firmado por Carlos Ménem y Raúl Alfonsín; que daba el dominio de los recursos naturales a las provincias, lo cual significaba poner a Estados débiles a merced de los intereses de las empresas transnacionales, especialmente extractivas, y a merced también de la banca internacional. El Pacto de Olivos y su Constitución facilitaban el camino a los intereses extranjeros, situación que Jaime De Nevares se encargó de denunciar, y razón por la cual renunció a la Convención Constituyente.

«Manifiesto mi decisión de abandonar definitivamente esta Convención Constituyente. En cumplimiento del mandato con el que fui honrado por la mayoría del electorado de mi provincia Neuquén. Pero no debo dejar de expresar, sin embargo, mi alarma ante la desmesurada extensión de los poderes presidenciales, que hacen muy tenue la ya tenue división de poderes. Por eso digo, señor Presidente y señores convencionales, parafraseando a un personaje argentino que mucho admiro, no quiero asistir a los funerales de la República. Alguien dijo que la historia será implacable al juzgar aciertos y errores. Yo agregaría, cuánto más implacable será con quienes han realizado una verdadera subversión en el orden constitucional. Yo no quiero, no querría caer bajo ese juicio implacable de mi Patria, aún más que de la historia”.

(Fragmento del discurso del convencional constituyente por la provincia de Neuquén Jaime Francisco De Nevares, al momento de renunciar a su banca en la Asamblea Constituyente de Santa Fe en 1994).

Jaime de Nevares murió a los 80 años, el 19 de mayo de 1995, en la tierra patagónica que lo había adoptado. Lo recordamos como un ejemplo de compromiso político, de espiritualidad y fe al servicio de los más necesitados. Un obispo que puso su vida al servicio del pueblo, de la gente; en la búsqueda por una patria de justicia y libertad para nuestros pueblos.

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